¿Recordáis la primera parte del post ?, pues hoy os traemos la segunda, donde os damos unos cuantos consejos y pasos a seguir para correr con nuestros amigos sin dañarlos.
¡¡Atención al post!!



Igual que nosotros debemos pasar por el médico de cabecera antes de empezar a correr (sobre todo en los casos de las personas que no han hecho deporte antes), es importante llevar a nuestro perro a revisión para que el veterinario lo explore y pueda valorar su estado de salud. Y por supuesto, consultar siempre que notemos algo raro durante el ejercicio como cansancio excesivo, cojeras, etc. ¡Saber que está en plena forma tanto por dentro como por fuera es una tranquilidad para todos!.


La correa debe ser especial. No vale la misma que utilizas para sacarlo a pasear. Para ir a correr es recomendable llevar un método de sujeción diferente, que no te moleste a ti ni tampoco a él. Tu can debe llevar un arnés ergonómico que no limite sus movimientos y sea menos lesivo que un collar, la corre debe ser más flexible (no extensible) de una longitud máxima de dos metros y el agarre a nuestro cuerpo tiene que ser a través de un cinturón. Éste será ancho y acolchado para evitar que nos hagamos daños.



Espera para darle agua. La hidratación es importante pero no puede llevarse a cabo de cualquier forma. En general debemos esperar a que el animal se tranquilice antes de ofrecerle comida y/o bebida. Debido al jadeo, tragan aire y, junto a un gran volumen de líquido en su estómago, pueden desarrollar una dilatación con o sin torsión estomacal (las razas grandes o gigantes están más predispuestas). El resultado: en pocas horas pueden entrar en shock hipovolémico y morir.

Elige bien la superficie. Tú y tu perro podéis salir a correr por cualquier sitio, pero siempre son mejor unos que otros. El asfalto o la tierra excesivamente dura pueden resultar muy abrasivas para las almohadillas plantares y provocar lesiones, especialmente en ejemplares poco acostumbrados a entrenar. Para ellos (y en general para todos) es mejor correr sobre hierba, arena o tierra blanda.



Entrena de forma gradual. Igual que tú no corriste diez kilómetros en tu primer día de entrenamiento, tampoco debe hacerlo tu perro. Es mejor echarle paciencia y que no se agote el primer día. El entrenamiento debe ser de forma progresiva para que el perro pueda adaptarse a la rutina. Además, con un entrenamiento progresivo, lograremos que las almohadillas se endurezcan poco a poco y no se lesionen.

Cuida sus almohadillas. El entrenamiento progresivo suele ser más que suficiente para lograr que se endurezcan aunque también es recomendable lavarlas un trapo tibio y jabón. De esta forma evitaremos que la suciedad de la calle penetre entre sus dedos causando irritación e incluso infecciones.


Controla su alimentación. Es importante no dar de comer al perro durante una hora antes y una hora después de ejecutar el ejercicio. Su estómago es un tanque de retención durante la digestión y comer en las horas cercanas al ejercicio puede hacer que el perro sufra problemas gástricos o hinchazón.


Descansad. Nuestras mascotas tienen mucha más tolerancia al ejercicio pero ya que nosotros no debemos salir a correr todos los días, ellos también deben descansar, hay que dosificarles las carreras. Lo ideal es que realicen los mismos descansos que nosotros.


¡Ya sabéis a correr pero con cabeza y almohadillas sanas ;)! ¡Espero que os haya gustado! 
¡Hasta Pronto!

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